Caleta de Sebo, capital de la pequeña isla de La Graciosa, es un paraíso que derrocha serenidad en medio de playas tranquilas, aguas turquesas, tabaibas y volcanes rojos. Pueblo marinero de casas blancas, calles de arena rubia para caminar descalzo y pescadores que cuentan historias de tiempos no muy lejanos en los que se vivía sin electricidad y sin agua corriente.